Exposición Instituto de América de Santa Fe
Del 30 de septiembre al 27 de noviembre de 2022
Una muestra de los fondos del Archivo JJ, organizada por el Instituto de América de Santa Fe y comisariada por Jaime García
Recuerdo la primera vez que visité el estudio de Julio Juste (Beas de Segura, 1952 - Belicena, 2017). Llamamos al portero automático de San Antón 48-50 -fue junto a José García, compañero en JGARCÍA- y tras escuchar el “subid” de rigor nos dispusimos a adentrarnos en el “centro de operaciones” de nuestro admirado artista. Julio siempre me impuso mucho respeto. Mi admiración y su mítica actitud de Rock Star me causaba mucha impresión. Para un joven aprendiz de artista de los 90 era algo muy importante que el más legendario artista de tu ciudad te invitara a su estudio. Subimos a la segunda planta, nos abrió la puerta y le acompañamos al “salón” del apartamento, que en realidad era la sala donde, entre suelo y pared, resolvía sus pinturas. Lo primero que hizo una vez que ya estábamos dentro, fue sentarse en una silla junto a la mesa que organizaba la estancia, llena de papeles, pequeños objetos, reglas y plantillas, carretes de fotos -algún Kodak Super8 preparado para mandar a revelar- y una cajita de lata con papel de fumar y alguna china. Una mesa diseñada y producida por el Gabinete Ciudad y Diseño, que formó parte de su mobiliario hasta el final de sus días.
En esa época yo hablaba muy poco y me dedicaba a escuchar y a observar, entre otros detalles, cómo expresaba cuestiones de difícil explicación con un certero movimiento de manos, o recurriendo a algún elemento físico, que sometido a alguna acción, solía producir un efecto sorprendente. Era una formula recurrente de concluir ciertas exposiciones. Con Julio Juste había que estar muy alerta y siempre atento a cada una de sus palabras. En un primer momento esa concentración me costó un grandísimo esfuerzo, pero poco a poco llegué a comprender gran parte de sus códigos.
Me fui dando cuenta, a lo largo de mi relación con él, de que la mesa era algo fundamental en su modo de trabajar y en su forma de estar en el proceso. No de una manera práctica a modo de despacho, era un elemento organizador de toda su actividad, en la que los procesos intelectuales se regulaban con el uso de las manos, definiendo cierta previsión para las distintas actuaciones en el campo de batalla de la pintura o incluso en la pantalla del ordenador (en ese momento aún no tenía su potente iBook, solo exhibía en el pasillo el viejo modelo Macintosh XL, algo así como una reliquia moderna).
¿Qué es la inteligencia? JJ me ofreció una muy interesante respuesta. Esa relación de eficacia que establece el cerebro con las manos. Quizá sea lo que haya hecho avanzar al ser humano en su tránsito evolutivo: la habilidad de realizar una pinza con los dedos. Al ir diferenciándose de los primates arborícolas -una vez adoptada una posición bípeda- libera las manos de la función de agarrarse, y así puede desarrollar otro tipo de acciones.
Recuerdo una anécdota que no olvidaré nunca. En uno de los muchos paseos por la calle Elvira -algunos de ellos de gran utilidad, pero la mayoría de entrada y salida de nuestros bares favoritos- en el periodo en que Julio escribía uno de sus estudios sobre el planeamiento de esta calle granadina -de la que conocía cada una de sus piedras-, y para demostrarnos la impostura en los recursos constructivos que fueron utilizados en sus distintas reformas y alineaciones, en un momento dado de nuestro paseo, se agachó y cogió un pequeño chino del suelo, mientras continuaba explicando, y pasados unos metros, justo en el momento oportuno de su discurso, la lanzó sobre el dintel de la entrada de una vivienda, mientras decía “aquella portada de piedra…” El resonar del choque con el elemento arquitectónico nos reveló con claridad que aquella portada que parecía pétrea era realmente de madera. Una eficaz y potente imagen de la virtualidad de lo representado. Y una maravillosa puesta en escena para fijar una impresión.
Es verdad que la capacidad intelectual de Julio Juste estaba por encima del común de los académicos, pero por encima de todo él era un pintor y por eso tenía claro la importancia de la imagen en su relación con el discurso, para comprender y aplicar ciertos descubrimientos del pensamiento. Creo que ahí reside la “genialidad” de JJ, en el desarrollo sofisticado de una inteligencia primitiva, esencial para generar un discurso global. Es curioso como el mago de la analogía se convirtió en un lord de lo digital.
Uno de los objetivos de esta muestra es continuar con la catalogación y organización del archivo de Julio Juste (depositado en el Instituto de América de Santa Fe, que está realizando un gran esfuerzo en su difusión). Es un enorme desafío organizar la obra de este artista/pensador. Por diversas razones, aunque fundamentalmente por la naturaleza de su actividad. En un principio podemos establecer dos direcciones en su producción, por un lado su vertiente artística y por otro la intelectual. En su actividad artística podríamos catalogar sus pinturas originales, su trabajo audiovisual, y su realización digital. Por otro lado tendríamos su actividad de diseño y lo que podríamos denominar “estrategias”, una serie de incursiones en el campo experimental en las que se mezclan recursos y técnicas, que a modo de laboratorio, le servían para desarrollar sus múltiples tesis y teorías tanto artísticas como intelectuales. El campo de las artes gráficas y las obras múltiples y seriadas formarían parte de estas estrategias y como tal he querido plantear esta exposición.
Julio Juste no es un artista al uso y es difícil encajar su obra en los modelos de catálogos habituales -es tan difícil como crearle un buen sistema de almacenaje y conservación: papelitos plegados, lacre, sellos, materiales de características diferentes…-. Es muy importante entender que toda su producción está interconectada y que mediante procesos de analogía y metáfora, hallazgos de la esfera del pensamiento se trasladan al universo formal y que descubrimientos en el mundo material le sirven de soporte para argumentar ciertas teorías intelectuales. Juste nunca organizó su obra según el prestigio o calidad de las técnicas utilizadas. Para él era una cuestión de cualidades. Pintor de acrílicos, realizador de super8, fotógrafo de cámaras populares, su obra se planteaba en el conflicto entre técnica y materia, mediante un conocimiento forense de la tecnología, a través de la experiencia personal. Piezas de plata conviven con sellos para estampar realizados con goma de borrar, y cada uno de los resultados obtenidos, elevados a la categoría de “obra” por una inteligente y sagaz utilización de los medios.
En esta exposición hemos intentado organizar parte del material de su archivo en torno a su obra seriada, por un lado todas las estampas realizadas por encargo o por iniciativa propia ya sean en serigrafía o grabado calcográfico, junto a algunos carteles, cartones, bocetos, así como distintos momentos de la producción de alguna de estas obras “reproductibles” -según su propia terminología-. La exposición y este catálogo se articulan en tres secciones. Estas no tienen un estricto sentido cronológico -aunque hay un comienzo y un fin- sino que más bien se organizan según unas intenciones de producción que tienen periodos de primacía. El propósito ha sido mostrar diferentes planteamientos en su proceso creativo que faciliten en alguna medida la comprensión del universo JJ.
En la primera sección detallaremos sus inicios gráficos en torno a la acción política y la expresión poética, seguidos del momento más efervescente de su trabajo como agitador cultural. La segunda sección nos ofrece una panorámica de las obras seriadas que llevó a cabo, junto a detalles que nos ayudarán a entender sus procesos sobre la “mesa”. En la tercera veremos cómo su trabajo formal está íntimamente relacionado con su creación intelectual y finalmente cómo Julio Juste se adentra en su último periodo creativo en el espacio digital.
(Introducción del catálogo de la exposición)
(Imágenes del montaje de la exposición)