Escuchad

Este fue el título de la obra que realicé para una exposición que proponía indagar en las relaciones que se pueden establecer entre las artes plásticas y la música (“Acordes”, 2004. Palacio de Dar al-Horra, Granada. Comisario: José Vallejo). Mi propuesta fue una “paradoja” que llamaba la atención a escuchar mediante la acción del movimiento realizado al caligrafiar. Escuchar el silencio, o ¿quizá un sonido interior? No sé, nunca he sido un buen exégeta de mis obras. Me gusta más que ellas digan lo que tengan que decir.

Vivimos en mundo plenamente “audiovisual”. Es muy difícil encontrar hoy en día un ámbito de la vida que no esté dominado por la relación pantalla-altavoz. Millones de imágenes se despliegan ante nosotros en multitud de dispositivos públicos o privados. Sonidos de todo tipo aparecen con cualquier mínima acción de nuestros dedos. “¡Pon música a tus videos de las vacaciones! ¡Edita como si fueras un gran director de cine! ¡Crea música con tu movimiento! ¡E imágenes con tu voz! ¡Con el pincel mágico podrás pintar un Picasso en 10 segundos! ¿O lo tuyo es el realismo? ¡Tienes todo un universo de imágenes y sonidos al alcance de tu mano!”

En fin, aunque la realidad sigue siendo tan cutre como cuando yo tenía 10 años y pensaba que en 2001 (ese maravilloso futuro de Stanley Kubrick) sería ya mayor con 30, y aunque la apariencia general no diste mucho de lo que teníamos en el último cuarto del siglo XX, sí es verdad que una parte de lo que imaginábamos como “futuro”, ha llegado. Esto se percibe muy bien cuando paseando por la calle, casi todas las personas, mientras caminan, miran una pantalla y escuchan sonidos por unos auriculares inalámbricos. Es cierto, esto puede ser una concreción de nuestro imaginado “futuro”. Un mundo de representación, altamente estetizado y con millones de estímulos visuales y sonoros. Me parece interesante haber formado parte del “pasado”, de esa primera generación tecnológica audiovisual (la del cine y la televisión. Del mundo tras la segunda guerra mundial).

Realmente pienso que las nuevas generaciones están asimilando la realidad y el conocimiento mediante la popular “ciencia infusa”. Todo nos afecta. Todo nos condiciona. Miramos, pero no vemos. Oímos, pero no escuchamos. Leemos (cada vez menos y más sintetizado), pero no entendemos. A ver donde nos lleva el futuro. Me gustaría vivir muchos años más para verlo.

Esta semana he querido proponer con este escrito dominical una acción ciertamente radical. Voy completando poco a poco mi web con el catálogo completo de mis obras y hoy he publicado tres “audios” que formaron parte del proceso de configuración de una de mis proyectos. He querido hacer un texto sin ilustraciones gráficas, sin citas ni referencias, y en el que solamente se propusiera escuchar. Nada más (y nada menos).

Tengo pendiente un proyecto expositivo que trata sobre “La Muerte”. Lo tengo en la cabeza desde hace al menos tres lustros, pero me cuesta mucho concretarlo. Es difícil hablar sobre este momento y no (solo) es porque cause dolor. Es curioso, pero sobre la muerte ninguno de nosotros va a poder hablar en primera persona. No es ese tipo de viajes a tierras lejanas durante largo tiempo, que cuando por fin regresas lo puedes relatar para asombro de tus allegados. Nadie ha podido hablar de “la muerte”. Podemos hablar de sus efectos en los vivos. Toda la representación de la muerte en el arte nos remite al impacto que causa en la vida o a una serie de interpretaciones imaginarias o fantasiosas fruto de nuestra necesidad de entendimiento o consuelo.

Es por esto que no avanzo con el proyecto. Pero en 2012 en una inolvidable escucha del “Cuarteto para cuerdas nº15 en La menor, Op. 132” de Beethoven, intuí, llevado por la capacidad proyectiva del genio, como podría ser ese momento último que nos lleva a convertirnos en objeto, que nos transforma en “la nada”. No deja de ser otra interpretación fantasiosa, pero creo que si de alguna intuición me puedo fiar es de la del músico de Bonn.

El cuarteto 132 es una obra escrita hacia 1825, que forma parte del corpus crepuscular de Beethoven. Unas obras tan personales y artísticamente tan plenas, que por eso son fundamentales. Una vía muerta en la creación.

La partitura tiene cinco movimientos y para desarrollar “Ingrávido” (que es la primera obra para esa futurible exposición), tomé el tercero (“Canzona di ringraziamento”. Molto adagio. -Este título nos da muchas pistas-) para desarrollar un material que sirviera de punto de partida para el colaborador musical que iba a participar en la creación de este “hecho” artístico. Además de diversos bocetos y documentación, realicé tres piezas sonoras que son las que propongo como escucha hoy. Solamente quiero anotar brevemente cada una de ellas, porque lo que me interesa es que tras la escucha cada cual tenga sus propias sensaciones.

Recomiendo una audición con auriculares en un momento de tranquilidad.

Adelante pues:

INGRÁVIDO 2

El proyecto tomó forma de “acción para acordeón” y se presentó junto a “La tinta fluye”, como un díptico vida-muerte. En esta pieza reconstruí digitalmente los primeros compases de la partitura para empezar a definir un clima sonoro de sensaciones apropiadas para la creación de la obra.

INGRAVIDO 2

Audio. Manipulación digital de sonido MIDI

(Se recomienda escuchar con auriculares)

10’19’’

2014


INGRÁVIDO 3

Este audio muestra la cadencia de una respiración producida durante la escucha del “3er movimiento” acompasada al desarrollo de la obra. En esta parte de la partitura, la música parece diluirse en el espacio. La forma musical tiende a difuminarse y los instrumentos parecen perder protagonismo en favor de lo corpóreo. La música emana de una tensión corporal. Un fluir vital que se inclina a un automatismo desprendido. Un dejarse llevar. Un último tránsito. La intención fue que la interpretación (en el acordeón) fuera la energía motriz para la concepción de la nueva “partitura”. Una “partitura” (en realidad no hubo partitura escrita) donde los secretos del instrumento y la maestría para dominarlo predominen sobre el lenguaje musical, forzando que intérprete e instrumento se fundan en una sola entidad orgánica.

INGRAVIDO 3

Audio. Registro y manipulación digital

(Se recomienda escuchar con auriculares)

13’11’’

2015


INGRÁVIDO 4

Uno de los grandes problemas del arte con la muerte, por cuestiones evidentes, es su imposibilidad de representación. La irreversibilidad de esta, hace imposible una codificación formal a partir de la experiencia. También es difícil imaginar algo ajeno a la realidad si perteneces a ella. No hay posibilidad de perspectiva. En esta última pieza sonora, quise estirar las primeras notas del movimiento en cuestión, hasta llevarlas a una esencia de mínimo vital que tensado nos predisponga a una quiebra total. El fin.

INGRAVIDO 4

Audio. Manipulación digital de sonido MIDI

(Se recomienda escuchar con auriculares)

5’

2015