De valores y sentires. Nº5: I don’t like Mondays

Just a perfect day
Drink sangria in the park
And then later, when it gets dark
We go home

Just a perfect day
Feed animals in the zoo
Then later a movie, too
And then home

Oh, it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you
Oh, such a perfect day
You just keep me hanging on
You just keep me hanging on

Just a perfect day
Problems all left alone
Weekenders on our own
It's such fun

Just a perfect day
You made me forget myself
I thought I was someone else
Someone good

Oh, it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you
Oh, such a perfect day
You just keep me hanging on
You just keep me hanging on

You're going to reap just what you sow
You're going to reap just what you sow
You're going to reap just what you sow
You're going to reap just what you sow

 

“Perfect day” es una maravillosa canción de Lou Reed que forma parte de “Transformer”, una joya del cancionero popular, grabado en 1972, su segundo disco en solitario tras abandonar “The Velvet Underground”.

Un día perfecto por el que pagará las consecuencias. Me gusta mucho Loou Reed y The Velvet, banda de la costa este norteamericana, tan alejada de los hippies californianos, oscura, deprimente, nihilista, metida hasta las cejas en la realidad compleja y contradictoria de la gran ciudad, chaperos, putas, sadomasoquismo, camellos y el “no futuro”. Punk, antes del punk, en la era del Flower Power. Lou Reed es un maestro de la melodía tortuosa, del ruido poético, y fue capaz de crear un “relato americano” distante del convencionalismo, por ejemplo, de Bob Dylan, estando en su órbita tipos como Nick Cave o Tom Waits. “Perfect Day” es una canción singular. Melódicamente tiene una cadencia de clásica melancolía y literariamente es abrumadoramente simple, remitiéndonos a una inquietante cotidianidad. En realidad, la canción esconde un infierno que se evidencia en el último verso repetido obstinadamente: “Vas a cosechar lo que siembras, Vas a cosechar lo que siembras, Vas a cosechar lo que siembras…”. Un día perfecto es dejar pasar el tiempo, olvidarse de uno mismo, y después volver a casa. Creo que Lou Reed fue una persona, además de con gran talento, muy inteligente y lúcida. Dejó la Velvet en 1970, tras un periodo en el centro del negocio del arte, de la mano del rey de la farándula artística, Andy Warhol, y se fue con su familia a Long Island, para trabajar de mecanógrafo en la empresa familiar. El hastío, la desilusión y la decepción son algunas de las características fundamentales de la juventud “Pop” nacida de la sociedad del entretenimiento de finales de los 50 y perfilada por “aquellos maravillosos años” de mediados de los 60, en los que se pensó en la posibilidad del “Paraíso” que se proponía desde una ideología construida con el pensamiento utópico clásico de la izquierda europea y una serie de exotismos y extravagancias orientalistas tan mal asimiladas en occidente, y todo eso controlado por una floreciente y determinante industria del entretenimiento destinada a la juventud, que llegó a controlar todo el mundo cultural.

Lou Reed escribe que un día perfecto es aquel “que te mantiene colgado”, en el que “los problemas se quedan solos”. Un día de “caballo” por el que pagarás las consecuencias.

Esta canción tiene su réplica en nuestro pop de finales de los 90, una de las más bonitas canciones del grupo granadino Los Planetas,

 

“UN BUEN DÍA” (2000)

Me he despertado casi a las diez
Y me he quedado en la cama
Más de tres cuartos de hora
Y ha merecido la pena

Ha entrado el sol por la ventana
Y han brillado en el aire
Algunas motas de polvo
He salido a la ventana
Y hacía una estupenda mañana

He bajado al bar para desayunar
Y he leído en el Marca
Que se ha lesionado el niñato
Y no me he acordado de ti
Hasta pasado un buen rato

Luego, han venido estos por aquí
Y nos hemos bajado
A tomarnos unas cañas
Y me he reído con ellos

He estado durmiendo hasta las seis
Y después he leído
Unos tebeos de Spiderman
Que casi no recordaba
Y he salido de la cama

He puesto la tele y había un partido
Y Mendieta ha marcado un gol
Realmente increíble
Y me he puesto triste
El momento justo antes de irme

Había quedado, de nuevo, a las diez
Y he bajado en la moto
Hacia los bares de siempre
Donde quedaba contigo
Y no hacía nada de frío

He estado con Erik hasta las seis
Y nos hemos metido
Cuatro millones de rayas
Y no he vuelto a pensar en ti
Hasta que he llegado a casa
Y ya no he podido dormir
Como siempre me pasa

 

Aquí la radicalidad de los 70, a vida o muerte, se queda en un acomodado clase media de cocaína para activarse y pastillas para tranquilizarse. Jóvenes de 20 años hastiados y ahítos, inmersos en mundo paralelo de música psicodélica, series, y comics, tan fundamentales en el nuevo modelo cultural.

Seguimos con canciones y días. En enero del 1979, entrevistado en una radio estadounidense, el en ese momento líder de grupo de “power pop” irlandés The Boomtown Rats, Bob Geldof, vio un teletipo donde saltaba la noticia de que una chica de 16 años había disparado desde la ventana de su casa al patio de la escuela Grover Cleveland en San Diego, California, matando al director y al conserje, e hiriendo a ocho niños y un policía. Brenda Ann Spencer. Así se llamaba la chica. Una pelirroja, pecosa y miope que vivía justo enfrente del colegio en el que había cursado la educación primaria. Vivía con su padre, con el que se quedó tras una conflictiva separación de su madre. Tenía 16 años y no estudiaba. Tampoco trabajaba. Joven con problemas de autoestima y con pocas expectativas. Un día despertó, deambuló por la habitación sin nada que hacer, se asomó a la ventana, y vio a los niños en el patio “como si fueran patos en una charca, rodeados de un rebaño de vacas”. Cogió el fusil que le había regalado el borracho de su padre en la reciente Navidad, y viendo un blanco tan fácil, comenzó a disparar con emoción, riendo y gritando cada vez que acertaba el blanco, así hasta 36 balas de su Ruber 10, calibre 22. Un policía pudo bloquear la visión de Brenda sobre el patio, atravesando un camión en la puerta del colegio, impidiendo así que pudiera disparar las restantes 464 balas que le quedaban. Al cabo de unas horas, cansada y hambrienta se entregó a la policía a cambio de una hamburguesa del Burger King. Los agentes le preguntaron mientras se dirigían al coche patrulla, que por qué lo había hecho. Ella se encogió de hombros y respondió; “No me gustan los lunes. Son aburridos. Solo lo hice para animarme el día”.

(Brenda Ann Spencer (3 abril 1962) fue condenada a cadena perpetua revisable. Continúa en prisión y se encuentra en la Institución de Mujeres de California en Chino)

 

I DON´T LIKE THE MONDAYS (1979)

The silicon chip inside her head
Gets switched to overload
And nobody's gonna go to school today
She's gonna make them stay at home
And daddy doesn't understand it
He always said she was good as gold
And he can see no reasons
'Cause there are no reasons
What reason do you need to be shown?

I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
I wanna shoot the whole day down

The Telex machine is kept so clean
And it types to a waiting world
Her mother feels so shocked, father's world is rocked
And their thoughts turn to their own little girl
Sweet sixteen, ain't that peachy keen
Now it ain't so neat to admit defeat
They can see no reasons
'Cause there are no reasons
What reasons do you need, oh oh oh oh?

I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
I wanna shoot the whole day down
Down, down, shoot it all down

And all the playing's stopped in the playground now
She wants to play with the toys a while
And school's out early and soon we be learning
And the lesson today is how to die
And then the bullhorn crackles and the captain tackles
With the problems and the hows and whys
And he can see no reasons
'Cause there are no reasons
What reason do you need to die, die, oh oh oh?

I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
(Tell me why)
I don't like Mondays
I wanna shoot the whole day down

 

La adolescencia. ¡Qué periodo de dificultad! Todo se transforma y tu vida es como andar sobre un alambre. Un mal paso y caes al abismo. El “Pop” ha narrado muy bien todas estas situaciones. La adolescencia no siempre ha existido. En 1904 Stanley Hall, recopiló en sus dos volúmenes “Adolescence: its psycholgy and its ralations to physiology, anthropolgy, sociology, sex, crime, religión and education” una serie de estudios psicológicos herederos del espíritu del romanticismo alemán, en los que por primera vez se define a la adolescencia como una etapa del crecimiento de la persona. Hubo un tiempo en que, tras la pubertad del niño, después de unos ritos de iniciación (en un principio bien claros y poco a poco cada vez más difuminados) pasaba a ser adulto y aunque poco a poco, iba asumiendo su nuevo rol con responsabilidades con él, con su familia y con la sociedad. La sociedad de consumo posterior a la guerra mundial y el nuevo estado del bienestar fue afianzando a la adolescencia como una etapa fundamental. Una serie de nuevos derechos, y a su vez, un mantra hedonista que nos plantea que todo lo negativo debe desaparecer enterrado por sensaciones placenteras, ya sea conduciendo un bonito coche, descansando en un cómodo sofá, viendo una película mientras saboreamos un rico perrito y bebemos una fresca cerveza, o el más seco de los whiskies. Una vida de ocio (Horacio en sus “Odas” ya nos advirtió de que "El ocio es una perversa sirena de la que debemos huir"), en la que el trabajo, el sufrimiento, el dolor y esfuerzo deberían ser desterrados ya que son el reflejo del infierno en la tierra. En mayo del 68 una de las frases que más coreaban los jóvenes estudiantes fue “Lo queremos todo y lo queremos ahora”.

Se podría definir a la cultura “Pop” como un estado de eterna adolescencia despojada de ritos de paso que la puedan conectar con la realidad y que por eso genera una cantidad de miedos y grandes dificultades para asumir la responsabilidad personal con la vida. Brenda Ann Spencer formaba ya parte de la primera generación de hijos del 68, con progenitores en tierra de nadie, ajenos al mundo de sus mayores e incapaces de asumir el fracaso de las consignas de su época.

Es muy interesante observar el fenómeno de los tiroteos en centros escolares. El debate (muy legítimo) sobre el acceso a las armas de fuego en la sociedad americana no me interesa tanto como la respuesta a la pregunta de “¿por qué lo hiciste? No hay razones, decía Brenda. Otro famoso tiroteo escolar cometido por los jóvenes Erik Harris (18 años) y Dylan Klebold (17 años) el 20 de abril de 1999, en el que asesinaron a 12 estudiantes y un profesor e hirieron a 24 personas, acabando suicidándose, fue elevado también a icono “Pop” por Gus van Sant, en este caso no como una canción, sino como película, “Elephant”, en 2003. Ellos tampoco tenían muy claro por qué lo hicieron. 

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Como este escrito está relacionando los días con la música popular contemporánea, quiero terminar con otra canción. Del panorama postpunk más comercial, The Cure fue un grupo que me interesó. Poseían una singular destreza para encajar melodías pop en un ambiente sonoro y letras ciertamente deprimentes. A los amantes de la música oscura eso nos gusta. En 1992, siendo ya un supergrupo superviviente de los agitados 80, lanzaron una canción que últimamente escucho, casi como un ritual, todos los viernes: “Friday, I’m in love”, canción de una melodía luminosa y una letra de tonta canción pop. Robert Smith salió de las tinieblas para escribir una de las más deliciosas y vitalistas canciones de su generación. Creo que, aunque la complejidad de la absurda vida nos hace engancharnos a la melancolía, de vez en cuando necesitamos luz en nuestra vida.

 

I don't care if Monday's blue
Tuesday's grey and Wednesday too
Thursday, I don't care about you

It's Friday, I'm in love
Monday you can fall apart
Tuesday, Wednesday break my heart
Oh, Thursday doesn't even start
It's Friday, I'm in love

Saturday, wait
And Sunday always comes too late
But Friday, never hesitate

I don't care if Monday's black
Tuesday, Wednesday, heart attack
Thursday, never looking back
It's Friday, I'm in love

Monday you can hold your head
Tuesday, Wednesday, stay in bed
Or Thursday watch the walls instead
It's Friday, I'm in love

Saturday, wait
And Sunday always comes too late
But Friday, never hesitate

Dressed up to the eyes
It's a wonderful surprise
To see your shoes and your spirits rise
Throw out your frown
And just smile at the sound
Sleek as a shriek, spinning 'round and 'round
Always take a big bite
It's such a gorgeous sight
To see you eat in the middle of the night
You can never get enough
Enough of this stuff
It's Friday, I'm in love